Antes de comenzar, el partido se
presentaba como un trámite. Aspen Black llevaba una racha de 12 derrotas de
manera consecutiva, y tenía sólo 3 puntos en el torneo; y por nuestra parte,
veníamos de una gran victoria frente a Rubin Kazan y con la moral en alza.
Pero no contábamos con lo que sería
nuestro gran rival: el intenso calor del mediodía. Realmente agobiante, el sol
nos pegó a todos por igual, e hizo del cotejo algo chato y con escaso vuelo
futbolístico. Como de costumbre, Mafisa le cedió la pelota y el terreno al
rival, con la idea de salir al contragolpe con la velocidad de los de arriba. Pero
en las primeras jugadas ya se notaba que el clima agotaba rápidamente a los “rapiditos”.
El ritmo del primer tiempo fue
cada vez más lento a medida que pasaban los minutos. El trámite fue parejo,
aunque las mejores situaciones las tuvo nuestro equipo, con dos ocasiones en
las que, con el arco vacío, ni Santi ni Cabral pudieron concretar. En cambio,
Aspen dominaba la pelota, lateralizando el juego pero sin profundidad; sólo
recurriendo a algún que otro corner o tiro libre para llevar peligro.
En el entretiempo, movimos las
piezas en el mediocampo. Mati vino a la izquierda, Cabral fue a la derecha y
Waly se plantó como 9 de área. Antes que se cumpla el primer minuto del
complemento Pepi rompió el cero: tras una excelente jugada individual, en la
que eludió a 3 rivales, cruzó un derechazo que estalló en la red.
De allí en más, el partido estaba
resuelto. Las chances de gol mafiseras se sucedieron una tras otra y el equipo
ganó en tranquilidad. Otro gol de Pepi (la figura) y uno de Waly para
sentenciar el 3-0 final, pero con una decena de tantos errados.
La conclusión de este sábado es
que necesitamos ser más contundentes en el área de enfrente, porque un rival de
más jerarquía puede no perdonar las chances que desperdiciamos. El panorama de
cara a la última fecha es optimista, pese a la mala noticia de la lesión de
Diego, que lo margina hasta fin de año.
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